EL BICI-CLUB PICASSENT CONQUISTA EL PIRINEO FRANCES (2ª parte)
Bueno, pues estábamos haciéndonos unas fotos en la cima del Tourmalet, lo típico, comemos, reponemos fuerzas y empezamos el descenso.
Largo, rapidísimo, el descenso del Tourmalet es un espectáculo para los sentidos, los paisajes, la carretera, la velocidad que coges bajando, ¡cuidado!, el cuentakilómetros marca 80 kms/hora, no es cuestión de mirar los paisajes y hay que concentrase en las curvas.
Después de un largo descenso, a la llegada de la localidad de Luz sant Sauveur, el descenso nos ha hecho perder algunas unidades, asi que decidimos aflojar la marcha y esperar a los que no tienen tanta habilidad para bajar los puertos, y tras unos minutos, ya estamos todos otra vez reunidos para afrontar los kilometros de transición que nos llevarán hasta la bella localidad de Lourdes.
El ritmo que pone el Bici-club Picassent es el más adecuado para las condiciones de la prueba, así que después de unos kilómetros, me giro hacia atrás y veo que llevamos a cola un numeroso grupo de ciclistas que se han acomodado a nuestro tren, aprovecho el «descanso» para hablar con otros compañeros ciclistas, españoles, franceses, de Valencia de Cuenca, y todos coinciden en que da gusto ver a los 8 componentes de un mismo grupo en cabeza del pelotón, cuidando a sus compañeros menos fuertes y llevando al grupo hasta el siguiente puerto.
Tras el avituallamiento a la salida de Lourdes, nos encontramos con una dificultad que no esperabamos, la Côte de Loucrup, una rampa de 2 kms con un desnivel de 6%, que se vuelve a complicar unos metros después en otra rampa de otro kilometro más, pero, ¡que remedio!, se sube, se espera a que se vuelva a recomponer el grupo, y vuelta a empezar.
Pasamos otra vez por las localidades de Campan y San Marie de Campan, pero esta vez giramos a la izquierda y empezamos el puerto del Aspin. Este puerto, a priori no es complicado, sus 23 kilometros son, en su inicio rampas de poca entidad, que rondan entre el 3 y el 6 % de desnivel, solo los 5 finales son verdaderamente duros, con pendientes medias que recuerdan al Tourmalet, ¡pero ya llevo 140 kilometros en mis fatigadas piernas!.
La subida parece interminable, los carteles de la organización del tour de Francia te recuerdan los kilómetros que te restan hasta la cima y el desnivel del próximo que vas a ascender, pero, ¡sorpresa! a falta de 3 para el «sommet» como dicen los franceses, las piernas me dan un respiro, comienzo a subir con un ritmo mas vivo, y empiezo a disfrutar de verdad de la belleza de este mítico puerto. Cuando llegamos por fin a cima, dos vacas casi nos hacen caer, pero las esquivamos con pericia y llegamos sanos y salvos al cartel donde reza la altitud y la dureza del puerto, prueba de ello está la foto que podeis ver a continuación.
Con nuevos ánimos empezamos el rápido descenso que nos llevará a la localidad de Arreau, a 12 kilómetros de la meta, donde otra vez, el trenecito del bici-club Picassent, recoge los ciclistas agotados por el cansancio y el calor que se encuentran por el camino. Al final, con una sonrisa en la boca, llegamos todos juntos a la pancarta en Saint Lary Soulan, de donde partimos ya hace casi 9 horas.
Nos recogen el chip de control, dejamos los bartulos y comemos una horrorosa «paella», ofrecida por la organización, pero sabe a gloria, y, mirando a mis compañeros, pienso en ese lazo que nos ha unido a todos durante esta maravillosa jornada.
Dicen los que han estado en la guerra, que nada une mas a dos personas que sangrar juntos, nosotros, por suerte, no hemos llegado a este extremo, pero he visto, y me han visto, sufrir lo que nadie, en su sano juicio haría por propia voluntad, he visto y me han visto llegar extenuado a la cima de un puerto, y he visto el compañerismo, la solidaridad con el mas débil, la manita en la espalda que te recuerda que no estas solo, y el aliento en los tramos más duros que hacen que no te bajes de la bici y te dés por vencido.
Quizas haya gente que pueda decir, que el vencedor de la prueba, la podía haber hecho dos veces y nosotros aun estariamos dando tumbos en la carretera. Es verdad, pero ese ciclista no es mi enemigo, yo no compito contra él, mi unico adversario soy yo, mis limitaciones, mi falta de tiempo y ganas para entrenar más, mis problemas de salud y de trabajo, y a ese adversario le vencí en el momento crucé la meta el día 3 de julio en Sant Lary Soulan.